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JACOBO GALVEZ Arte Arquitecto, pintor y fotógrafo, nació y murió en Guadalajara, Jalisco. Su principal obra es el Teatro Degollado, a cuyo proyecto y construcción convocó, el 12 de septiembre de 1855, el gobernador del Estado de Jalisco, Santos Degollado, quien destinó a esos fines el producto de la venta de los ejidos de la ciudad. El 30 de abril de 1856 se otorgó el contrato a Gálvez; los trabajos se emprendieron con gran actividad y, tras una interrupción de catorce meses, se colocó la clave de la bóveda el 3 de mayo de 1859. El teatro se llamó originalmente Alarcón, en memoria del dramaturgo mexicano del siglo de oro; pero el 16 de junio de 1861 se cambió ese nombre por el actual, a iniciativa del gobernador Pedro Ogazón. En colaboración con Gerardo Suárez, Gálvez decoró la bóveda con escenas inspiradas en el Canto IV de la Divina Comedia. El edificio se inauguró el 13 de septiembre de 1866: actuó la compañía de ópera de Annibale Bianchi, y en esa ocasión Angela Peralta cantó Lucí de Lammermoor, de Donizetti.
Otras obras de Gálvez son los sepulcros de Manuel Luna y Florentino Cuervo, en el Panteón de Belén; los retratos, al óleo, de los obispos Pedro Espinoza e Ignacio Mateo Guerra, que se conservan en la Catedral, y la gran pintura del Santo Cristo en la capilla de la Fábrica Textil de Atemajac. En una biografía del arquitecto y pintor Jacobo Gálvez, escrita por Francisco Javier Castaños, nos cuenta que este arquitecto se fue a Europa en 1852 en un viaje de estudios y regresó al año siguiente… ” Trajo consigo una cámara obscura, para fijar imágenes, no en lámina como se hacía en aquella época y según el método primitivo del inventor Daguerre, sino en papel y por tal motivo se llamó daguerrotipo en papel “. Se dice que a Gálvez se debe la introducción de la fotografía en Jalisco. La fotografía histórica que está considerada como la más antigua, es la que muestra la entrada de las tropas francesas a esta ciudad, en la mañana del 6 de enero de 1864; aquí, Jacobo Gálvez se situó en los altos del portal para abarcar la antigua calle de Loreto, ahora Pedro Moreno.Allá por los años sesenta del siglo XIX, apareció el fotógrafo ambulante, cargando con sus útiles de trabajo a cuestas, llegando a las poblaciones y presumiendo su arte, enseñando un muestrario donde exhibía » lo que era capaz de lograr mediante la cámara obscura «. Hombres y mujeres se aprestaban a posar, inmóviles, con la máxima pulcritud en su indumentaria y postura, para el trascendental acto de la reproducción de su » imagen «.
Jacobo Gálvez, el creador de ese soberbio edificio, que lleva ahora el nombre del gobernante que lo inició, víctima de una aguda pulmonía, dejaba de existir, en la miseria casi, solo legando a su esposa y a sus hijos un nombre glorioso y a la historia el cuidado de su inmortalidad.
Gerardo Suárez nació en Guadalajara en 1834. Junto con Jacobo Gálvez pintó en el Teatro Degollado el Canto IV del Infierno de la Divina Comedia del Dante. Otras de sus obras destacadas fueron los murales de los cuatro corredores que circundan el patio principal y dos pasillos de la finca La Moreña situada en La Barca. Se considera que fue el primer artista jalisciense que conjugó el academismo con la corriente popular. Murió en la capital tapatía en 1870; a los treinta y seis años, víctima de la tuberculosis, repudiado por sus familiares y en la mayor pobreza. (Fernando Partida Rocha, nos recuerda lo ruin que a veces ha sido la sociedad Tapatía con sus PRÓCERES)
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